miércoles, 14 de mayo de 2014

Luces y sombras

Luces y sombras, destellos de la luna y del fuego en los rostros, cánticos del alma adornados con diamantes de estrellas. Lo observaba todo escondido detrás de un arbusto, sentía pánico y admiración, era como un miedo hipnotizador, los cuerpos sensuales bailaban al ritmo de los tambores, los cantos y el resto de instrumentos que desconocía, todo estaba invadido por un humo blanco que le daba más misterio al momento que estaba contemplando.
De repente vi unas caras conocidas, eran el mayordomo de mi casa y la cocinera, ambos jóvenes pero muy responsables, sentí que el vello se me erizaba, sólo pensar que me viesen y lo descubriesen ante mis padres acentuaba el temor que sentía, sin embargo no podía moverme, estaba absorto en todo lo que allí estaba sucediendo.
Empecé a intuir entre las sombras algo que ya me anunciaba que debía marcharme de allí rápidamente, mis dos empleados estaban como drogados, bailaban como zombis y sus cabezas daban giros como en espiral con los ojos en blanco. Un anciano con la cara pintada se les acercó y comenzó a darles cortes con un machete, cortes superficiales pero comenzaron a sangrar, iban completamente desnudos, les iban dando cortes por el pecho, el vientre, las piernas, los brazos, toda la parte frontal del cuerpo, ya apenas se distinguía piel, era todo sangre, de pronto el anciano tiró el machete al suelo, sacó una especie de instrumento, una maraca con una calavera en el extremo superior, lo empezó a agitar rodeando los cuerpos rojos de la pareja, éstos se unieron y comenzaron a hacer el amor en el suelo apasionadamente.
En ese instante eché a correr.
A la mañana siguiente me levanté pronto para salir al bosque a pasear, no había podido pegar ojo pensando en lo que vi la noche anterior y pretendía evitar encontrarme con Ernesto y Luz, sabía que no me habían podido ver, pero me sonrojaría al recordarlos.
Me vestí rápido y bajé a la cocina para coger algo de desayuno y llevármelo, me los encontré a ambos abrazados, sonrientes y mirando hacia la puerta por donde yo aparecí.
Me dieron los buenos días e hicieron el resto de comentarios propios formales. Ernesto no paraba de mirarme, parecía que lo sabían, mi cara de todas formas parecía que les pedía a gritos que me contaran qué diablos era lo que vi la noche anterior.
De pronto, Luz me agarró la mano y Ernesto me agarró cariñosamente por el hombro, -Creo que tenemos que contarte algo- me dijo, me quedé blanco, estaba entre aliviado, nervioso y avergonzado. –Lo que viste anoche no fue otra cosa que nuestra boda, a partir de hoy somos matrimonio a los ojos de la Pachamama-,  estaba confuso, era lo que imaginaba pero no entendía eso de la Pachamama, ¿era la jefa de su tribu? Así que lo pregunté – La Pachamama es como Dios para ti, nosotros creemos que en la Madre Tierra que es la que nos da la vida y a la que volvemos cuando terminamos nuestro paso por la superficie- me parecía lógico, -¿Y los cortes? ¿y el humo?- ya puestos quería entenderlo todo bien, - No eran cortes reales, era pintura, simula la unión de los cuerpos en uno solo, se encienden hogueras para protegernos de espíritus malignos que quieran introducir males en esa unión, el sexo…pues creo que ya sabes de qué va, el hombre que nos rodeaba era como el cura de nuestra cultura, de todas formas si lo piensas no es un disparate tan diferente al que vosotros hacéis, castigáis las relaciones sexuales, cuando la naturaleza nos une para procrear, os gastáis más dinero del que os podéis permitir para que un dios que proclama la pobreza os de la bendición y en muchas ocasiones (la mayoría) os casáis por compromisos familiares sin importaros el amor, sinceramente creo que nuestros matrimonios son más coherentes, aunque el momento del enlace sea más místico, pero sigue teniendo más sentido ya que le pedimos a un ser divino que nos dé su aprobación, pues debemos intentar acercarnos a ella.

Desde ese día me fui interesando por su cultura y creencias, hoy día sólo creo que en la madre tierra y el padre universo que nos ayudan y dejan que nos choquemos para aprender porque no pueden hacer más.