viernes, 20 de septiembre de 2013

El río de la vida

Por el sendero todo parecía tranquilo, el agua del riachuelo corría como lágrimas de felicidad por los surcos de su vida, la pureza del entorno, los animales, la vegetación, hasta el mismo aire que soplaba sinuoso como susurrando palabras de consuelo y meditación.
De pronto llegó a una zona más árida, el viento soplaba con más fuerza, los animales tornaron los movimientos con más brusquedad, las flores ya no coloreaban el horizonte, el río yacía seco. Arribó a un claro y vislumbró en la llanura unas murallas de madera, la civilización estaba cerca.
Todo pasó, nada permanece, la vida es un fino río de aguas gélidas en partes más caudaloso, en otras más escaso, se intenta llevar consigo trozos de todo lo que consiga tocar en su camino para finalmente desembocar en un triste mar en el que ya no hay ríos, ni caudales, ni afluentes, ni riachuelos, todo es uno, no existe el individual, no existe el uno, sólo está el todo, la inmensidad, el conjunto, el océano. Con un sabor diferente.

Un río es de sabor dulce, sin embargo por todo lo que va llevándose en el camino al llegar al mar se vuelve salado, la vida es ése río dulce que te acabará llevando a un mar en el que te transformarás en lo que hayas adquirido por el cauce de tu vida. 

miércoles, 11 de septiembre de 2013

LA FELICIDAD DEL SUR

Escuchaba cualquier canción francesa de los 50, disfrutando de un paisaje idílico de película de Woody Allen, esperando a la mujer perfecta que viniese a tomar café mientras planeábamos nuestras vacaciones, salimos del bar, montamos en nuestro Mini de alta gama y nos dirigimos a nuestra casa en un barrio residencial acomodado de París.
Escuchaba a Pericón por malagueñas disfrutando de un paseo por el Campo del Sur, estampa propia de cualquier película de Saura, saludando a mi morena gaditana mientras seguimos ese precioso paseo, no planeamos nada, disfrutamos del momento, conversamos lo vivido, se habla del mañana o de carnavales, más lejos no se llega. Nos montamos en mi motillo y la dejo en su casa, nos despedimos con un beso y sigo para la mía, ambos pisos es barrios humildes.
La felicidad está mal enfocada desde los objetivos de Hollywood, crean expectativas equivocadas en las tiernas mentes que las contemplan como instrucciones para sus propias vidas.

La diferencia entre Cádiz y el resto del mundo es obvia, todos lo ven menos nosotros, la felicidad está en las pequeñas cosas, que es lo único que aquí nos sobra.

martes, 3 de septiembre de 2013

El cuento del pastor y el lobo, sólo que el pastor ya va poco.

Se acababa de despertar y no quería abrir los ojos, escuchaba el fuerte viento quebrando las ramas de árboles ancianos, los pajarillos en silencio aguardaban el fin del temporal, no se le antojaba el comenzar un nuevo día.
Se oyeron los primeros llantos, la obligación le llama y debía levantarse para dar de comer a su manada, tiene cinco criaturas, cinco maravillosos hijos de los que estaba seguro que se sentiría orgulloso, ya lo sentía y aun apenas dan unos pocos pasos solos.
Miró a la madre que comenzaba el día intentando darles un pequeño baño para evitar que enfermaran.
La noche anterior habían conseguido algo de comer, no sin esfuerzo, y estaban contentos y relajados, dentro de un rato les apremiarían para que hubiese algo más que echarse al estómago, esos pequeños vástagos no darían mucha tregua.
Se asomó al exterior, dejando atrás su confortable madriguera, a sabiendas del peligro que aquello desentrañaba y sin la seguridad de que ese riesgo compensase.
De hace un tiempo acá cada vez era más difícil encontrar algo para poder alimentarse, todo nuestro hogar lo iban delimitando con carreteras, verjas y pequeños núcleos de población humana. No era justo, acababan con todo el alimento sin pensar en los demás, son unos egoístas. Apenas quedaban ciervos en la región, ni te digo ya jabalíes. Los conejos en su mayor parte enferman pronto y, sinceramente, se nos acaban las opciones.
Yo recuerdo cuando era sólo un cachorro que mi abuelo no permitía que nadie de la manada se acercase a los rebaños, debíamos convivir con los pastores, y con sus mastines. Era ley, alguno se la saltaba de vez en cuando, pero el pastor siempre estaba alerta y su fiel guardián más. Por lo que era claramente inviable.
Hoy día los rebaños pastan solos, apenas con un par de perros, pero fáciles de amedrentar. Nos vemos obligados a proveernos de ellos para subsistir, y créanme que lo haremos y seguiremos haciéndolo, ya que ellos nos han quitado nuestro modo de vida.
Somos los últimos grandes depredadores de esta región y creo que por poco tiempo, siguen permitiendo que nos asesinen y nos cuelguen cual trofeo en salones y entradas de las casas de aquellos que disfrutan destrozando todo orden natural.
Hoy saldré a jugarme la vida, tal vez acabe relleno de un cutre cartón y embalsamado en alguna peña o tal vez tenga suerte y consiga una buena pieza para alimentar a mi familia. Sólo cazaré lo necesario para hoy, mañana saldré de nuevo y volveré a arriesgarme por mi supervivencia y la de mi manada.

Soy un lobo ibérico, encantado de saludarles, tal vez no pueda hacerlo otro día.