El brillo de tu mirada despertaba entre platillos el
concierto del deseo, tus mejillas suaves como el cielo indicaban el camino de
tu anatomía perfecta, marcando con tu barbilla dulce y redondeada el camino
hacia el pecado. Tu cuello, oh tu cuello de locura y desenfreno, parada en el
camino de la pasión y la lujuria, refugio de mis días, oasis de mi desconsuelo,
oxígeno para mi cuerpo, dan paso a tus sensuales hombros, barranco hacia el
abismo, soporte de nuestras vidas, de los que me tiro sin reparo hasta tus
pechos, faros que me ciegan, pórtico de mi locura, mis ojos y mi alma ya
perdieron el sentido, todo mi ser pasa a ser esclavo de tu cuerpo, tu cintura,
tus nalgas, tus caderas, tu vientre, hasta tus manos, que podrían arrancar mi
corazón en este momento y seguiría viviendo solo entre tu cuerpo.
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