domingo, 2 de agosto de 2015

Abre la vida

Abre la puerta. ¿Cuál? Ábrela. ¿Por qué? La puerta está cerrada, debes abrirla. ¿Qué hay detrás? No sé, pero las puertas cerradas están para abrirlas en un momento dado, es el momento. ¿Quién lo dice? Yo lo digo, hazme caso. No me atrevo, si la puerta sigue cerrada será por algo. O no. Tus argumentos no me convencen, nada me obliga a abrir esa puerta, puedo vivir con ella cerrada. Crees que puedes vivir con ella cerrada, pero lo cierto es que no sabes qué hay detrás al igual que no sabes nada que no hayas hecho, el futuro es incierto y muchas veces hasta improbable. Ahora ya me da miedo tanto abrirla como no hacerlo. Sé que debes abrirla. ¿Por qué tú lo sabes y yo no puedo saberlo? Porque sí. No me gustan esas respuestas, ¿cómo que porque sí? Hazlo, ¡abre esa maldita puerta de una vez! Lo haré, pero te haré responsable de todo lo que haya allí o lo que pueda ocurrir ahora. Oh! Es precioso, qué belleza, ¿por eso querías que la abriera? No tenía ni idea de lo que había, pero es mejor arriesgarse y descubrir cosas nuevas que vivir en una eterna conformidad.

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